Afortunados. Así nos podemos considerar los participantes en esta salida, y es que la previsión decía que no llovería durante la mañana y parte de la tarde y así fue.
Tras un buen número de curvas llegamos hasta el barrio de Alen. Nos calzamos las botas y las polainas y comenzamos a caminar por una ancha pista. El barro y los restos de nieve son los protagonistas en esta primera parte de la ascensión. Casi sin enterarnos nos colocamos en el collado a los pies de del Alen. Ahí esta, un corto repecho nos deja en la cima.
El día es perfecto. Un cielo completamente azul, la hierba de un verde intenso y el blanco de las montañas de alrededor nos ofrecen unas espectaculares vistas. Tremenda la cantidad de nieve que tiene la zona de Lunada.
Vuelta al collado y la vista puesta en Betaio. Tras pasar por la cima menor de Biroleo y salvando un resalte de roca por una corta chimenea (no hay ni que apoyar las manos), accedemos a la cuesta final. Otro pequeño esfuerzo y alcanzamos el buzón. Se nota algo el frío y es que el viento está metiendo unas nubes hacia el interior.
Tras descender lo andado tomamos un pista que nos lleva hasta la cima de El Somo. Un solitario árbol corona esta cima de pastos llena de vacas. Continuamos con un pequeño descenso por una pista muy embarrada, cosa de los camiones de la tala de pinos, para continuar a Torrelaseta. Esta pequeña cima está horadada por grietas de un pasado minero.
Unos pasos más adelante tenemos la cima de Jerelagua, situada sobre la mina de Marta, que en otros tiempos estaba dedicada a la extracción de hierro. Ya desde aquí decidimos descender hasta Alen, no sin pararnos a comer en una mesa situada en un mirador sobre las minas de Sorpresa y Marta.
Hay una frase que ya se ha hecho popular en Bidelagun y que habíamos comentado durante el trayecto. Al llegar al coche y coger el móvil vemos el whatsapp de Javi: "vaya días nos regala Bidelagun". Así es, Javi. Hemos pasado otro gran día. Para la próxima tendremos la suerte de oírtelo decir en persona. Ya estás apuntado.
Tras un buen número de curvas llegamos hasta el barrio de Alen. Nos calzamos las botas y las polainas y comenzamos a caminar por una ancha pista. El barro y los restos de nieve son los protagonistas en esta primera parte de la ascensión. Casi sin enterarnos nos colocamos en el collado a los pies de del Alen. Ahí esta, un corto repecho nos deja en la cima.
El día es perfecto. Un cielo completamente azul, la hierba de un verde intenso y el blanco de las montañas de alrededor nos ofrecen unas espectaculares vistas. Tremenda la cantidad de nieve que tiene la zona de Lunada.
Vuelta al collado y la vista puesta en Betaio. Tras pasar por la cima menor de Biroleo y salvando un resalte de roca por una corta chimenea (no hay ni que apoyar las manos), accedemos a la cuesta final. Otro pequeño esfuerzo y alcanzamos el buzón. Se nota algo el frío y es que el viento está metiendo unas nubes hacia el interior.
Tras descender lo andado tomamos un pista que nos lleva hasta la cima de El Somo. Un solitario árbol corona esta cima de pastos llena de vacas. Continuamos con un pequeño descenso por una pista muy embarrada, cosa de los camiones de la tala de pinos, para continuar a Torrelaseta. Esta pequeña cima está horadada por grietas de un pasado minero.
Unos pasos más adelante tenemos la cima de Jerelagua, situada sobre la mina de Marta, que en otros tiempos estaba dedicada a la extracción de hierro. Ya desde aquí decidimos descender hasta Alen, no sin pararnos a comer en una mesa situada en un mirador sobre las minas de Sorpresa y Marta.
Hay una frase que ya se ha hecho popular en Bidelagun y que habíamos comentado durante el trayecto. Al llegar al coche y coger el móvil vemos el whatsapp de Javi: "vaya días nos regala Bidelagun". Así es, Javi. Hemos pasado otro gran día. Para la próxima tendremos la suerte de oírtelo decir en persona. Ya estás apuntado.
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